Cuando uno piensa en un juego de disparos, normalmente vienen a la cabeza la violencia y la adrenalina de una batalla. En White, lo que cuenta es más la creatividad y el arte más gamberro. White no te pone en mitad de una contienda, sino encima de un lienzo gigante habitado por unos pequeños seres de pintura. Con ayuda de tus armas, desde un imán a una escopeta o un lanzagranadas, podrás acabar con estos bichos haciéndolos explotar en un baño de colores. ¿Y cuál es el objetivo de White si estas criaturas no pueden ni defenderse? Todo llega cuando pulsas Escape y el lienzo se muestra ante ti: el resultado son pinturas abstractas, fruto de las perrerías que has hecho, que puedes compartir en una galería con otros usuarios. White es más un experimento colorista y simpático. Como juego no es demasiado divertido, aunque transforma su planteamiento violento para hacerlo más amigable.